Sorprendidos, escuchan
Adan y Eva al ángel
explicar que unas cosas
se alimentan de otras, más livianas.
Hay variados ejemplos. Lo más denso,
la tierra, absorbe al agua; el agua, al aire
el aire, al fuego.
Ellos, los ángeles,
-sustancias sutilísimas -
también, en cierto modo, se alimentan...
¿Cómo si no, podrían vivir?
Así, sentado,
con un vaso en la mano
diserta el ángel
-con las alas
plegadas, suponemos-.
El Jardín del Edén escucha.
La manzana
espera.
Circe Maia
En Obra poética. Rebeca Linke Editoras. Montevideo, 2010.
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