POEMAS DE HUGO CAAMAÑO







MOMENTOS PICOS Y POSTERGACIONES

El poema reitera indefinidamente un mismo acto fallido de exorcismo. Puesto el punto final, el mundo, sin embargo, sigue ahí desprovisto de lo que se le quiso extraer o agregar: sentido. Entonces una sensación de ruina y olvido sobreviene; la mente ha sido liberada de su carga, pero con ella también se ha disipado la "fe".

Hay momentos picos en mis tensas relaciones con el mundo, en que todo aquello que es objeto de exigentes y perentorias miradas aparece como dispuesto a dar algo de sí, un hecho esencial, realmente original, una especie de revelación o explosión, un desenlace que finalmente se posterga. Se siente venir el ahora, ahora ya... y se posterga; una caída no, al revés, una subida de telón de la que permanezco expectante.

Pasado el trance la emisión de señales se interrumpe y las cosas intactas recobran su opacidad, su diferencia, su silencio.

Es verdad, sinceramente lo confieso, teñir el Universo de afectividad, atribuirle intencionalidad, es reincidir en viejísimas faltas que la mirada severa de la ciencia nos tiene prohibido. Esto es el centro mismo del ya largo combate espiritual en el que estoy metido, más que por decisión propia, por la historia, con el agravante de que no me es posible optar unilateralmente, como yo quisiera, porque el conocimiento llamado objetivo no me sacia, en tanto que la otra vía, que es la que por formación recorro más cómodamente, puede desembocar en una apacible estupidez o en el delirio. (pág. 205)





ESPOSA

Por las calles gastadas del suburbio

la luz huye de mí como una virgen,

siempre hacia el este siempre hacia el mar,

lejos de la república que odio.

Estoy hambriento, sudado, tembloroso.

Deseo descansar, salvar mi cuerpo.

Nada interesa a mi alma como salvar su cuerpo.



Cuando él asciende hacia los cielos

desde cualquier ciudad, desde una plaza;

cuando mi boca chupe los pezones

de la Virgen María;

cuando la inmortalidad no sea un sueño,

una intuición, entonces moriré.



Mientras tanto me niego. Me resisto.

Voy a seguir viviendo en la Argentina,

voy a seguir aquí, de pieza en pieza,

furiosos, melancólico, intratable.

Este es mi lote, lo que a mí me tocó.

Esta triste república es mi esposa,

y aunque la odio, sin ella nada soy,

y sólo en ella puedo engendrar

toda la eternidad de carne y hueso

que reclaman mis órganos hambrientos. (pág. 20.)


MELANCÓLICAMENTE, INÚTILMENTE



Comienzo confusamente a trabajar.

Escucho. No veo bien, no toco nada.

Hay una luz intensa que no alumbra.

Siento la madurez pero no el fruto.



No aseguro si me he puesto a escribir

o me caliento al sol en la ventana,

melancólicamente, inútilmente,

pensando en el país imperdonable.



Y siempre en la penumbrosa habitación

ese perro sin alas olfateando

los rincones, las ropas muertas y la cama,

ladrándome, creciendo para atrás.



Oigo el bastón de Borges que se acerca

y se dirige vacilante hacia el sur.

Le perdono a él que sabe tanto

lo que ignora con odio de nosotros.



El ejército ocupa la nación.

Los obreros están lejos de todo.

No hay trabajo. Los pájaros han muerto.

Si hay algo que me hace bien es el otoño,



el resplandor tranquilo de los árboles,

el color de sus días, sus crepúsculos.

Esas grandes estrellas que palpitan

son las mismas que contemplaba Martín Fierro.



Patria, no tengo nombre ni ciudad,

huyo de la familia y de la muerte.

Acá tenés mi rostro y mis rodillas,

levántame del suelo hasta tu boca. (pág. 42)


SOBRE EL ESCRIBIR



No digas que estás agotado. NO es así.

Tú anhelo de vivir es tan ardiente

como el del primer día de la Creación.

Pero sufres de un mal, el de saber

que esencialmente ya fue todo sentido,

ha sido todo pensado, todo dicho,

y lo que hagas carece de importancia,

porque de alguna manera el fin del mundo

aquí en Buenos Aires ya ha sucedido.



Si hay tantos libros en los anaqueles

¿ por qué entonces no dejas de escribir ?.

No imitas, es verdad, más convengamos:

no eres original en lo que escribes.

Repites conmovido un gesto inmemorial.

Pero si lo consideras fríamente

advertirás cierta monotonía en la cadencia

de la gota de espíritu que cae

sobre la hoja en blanco.



Y si es cierto también que de ese modo

madre naturaleza te confirma,

con cruel obstinación, áridamente,

-fiel a las reglas del juego- te sitúa

ante la inminencia de un hecho único, inaudito,

que luego ella posterga una vez más.

La diversidad de lo mismo te anonada,

el peso de los números te dobla.



Y en otro tiempo, con otra voz, en las alturas,

los maestros cantores resplandecen. ( pág. 151.)



BAJO CONTINUO



Cómo quien busca tanteando bajo el agua,

escribo únicamente de mañana

y sólo cuando los torbellinos de luz

de esa parte del día me dan tregua.



Pero no entiendo, nada, nada.

No digo de la mitad de lo que siento.

Palabras, como en la calle un pan mojado

que pisa la gente al caminar. Cuando nací



tal vez traía un mensaje para el mundo

y como un hombre distraído lo olvidé;

en la cruz de "lo ya dicho y lo indecible"

soy el clavo, el martillo y lo clavado.



Silencio. Soledad. Y algunos libros

escritos para el polvo y las polillas.

Antes me asombraba de ser, de haber nacido,

hoy me asombro de no estar muerto todavía. ( pág. 181.)

1 comentario:

  1. Tenemos un par de coincidencias, vos posteás en un 99% hombres y yo un 99% mujeres. Tu 1% es mi adorada Estela Figueroa. Una grande. Muy buenos poemas elegiste. Me gustan mucho.

    Saludo cordobés!

    Emma Gunst

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