Admitamos que es válido el argumento
del que afirma
conversar con las estrellas
y hace de lo bello
una disciplina castrense :
cultiva orquídeas,
evita el plástico,
silba de corrido
el concierto para clarinete
y orquesta de Mozart;
desprecia con frialdad a sus contemporáneos.
Pero también hay que escuchar
las razones del que dice
(con grasa en la yema de los dedos)
que la lengua
es una llave pulsiana.
Y,fiel a sus convicciones,
ajusta los sustantivos
de sus versos
para que el poema
se yerga,sólido y austero,
en la ventisca de la época.
Entendamos
que ningunos de los mencionados
ha visto a su padre, corroido
por un cáncer, consumirse
desde las uñas de los pies hasta las cejas
mientras las begonias ascienden en el patio.
Para uno el dolor no es otra cosa
que una ventura del cosmos
o una estría en sopor de la belleza.
Para el otro,
un asunto de mecánica
y materiales que resisten.
Ninguno de ellos
se ha visto obligado
(por las circusntancias)
a usar el lenguaje con urgencia y arrebato
para explicarse, tarde siempre,
que debio ser menos etéreo y más amable.
José Di Marco (Río Cuarto, 1966)
De Una música anterior, Ediciones Recovecos, Córdoba, 2010.
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