El
hombre de bolso al hombro que va
en el estribo,
agarrado como puede, y ve pasar las
vías
velozmente, con sólo abrir su mano
llegaría
no a la próxima estación sino al otro
mundo,
el mundo ciego que lo mira, en la
mañana
temprano, casi noche, y en la tarde.
Pero
él sigue, y el país sigue, en el férreo
estribo
de estos años, entre señales y señales,
soberbias
y soberbias, canciones y canciones,
esperando
que no llueva ni truene, y en llegar a
la estación,
aunque con una tristeza que, a fuerza
de sola costumbre,
ya es casi una alegría que merece un
festejo.
Eduardo Dalter
en el estribo,
agarrado como puede, y ve pasar las
vías
velozmente, con sólo abrir su mano
llegaría
no a la próxima estación sino al otro
mundo,
el mundo ciego que lo mira, en la
mañana
temprano, casi noche, y en la tarde.
Pero
él sigue, y el país sigue, en el férreo
estribo
de estos años, entre señales y señales,
soberbias
y soberbias, canciones y canciones,
esperando
que no llueva ni truene, y en llegar a
la estación,
aunque con una tristeza que, a fuerza
de sola costumbre,
ya es casi una alegría que merece un
festejo.
Eduardo Dalter
Qué buen poema!!!! Rina
ResponderEliminarEste poema es una pintura. Una pintura de todos los días. Saludos al poeta por su ojo y su mano. Ana María
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