Por Luis Benítez (*)
Parafraseando a un novelista recientemente desaparecido, estoy tentado de definir el desarrollo de esta colección de poesía que hoy presentamos, Música del Lugar, del sello Ediciones Pan Comido y Gráfica Editorial 29 de Mayo, de Córdoba, como la crónica de un éxito anunciado. ¿Qué es el éxito en poesía? En primer lugar, escribir un texto respetable, legitimado o no por los lobbies culturales y los medios de comunicación, difundido o no, leído o no por una cohorte importante de lectores, bendecido o no por la academia, canonizado o no por los secuestradores de la palabra.
Estamos hablando del valor intrínseco de un texto poético, de su Dasein, en términos de Martin Heiddeger (1), “su ser que está allí”. Al abrir un poemario, nos podemos encontrar o no con ese texto. Si lo encontramos, si nos produce el placer estético, emocional e intelectual que esperamos que nos suscite, el texto ha tenido éxito, es un éxito en sí mismo. Se entiende: otro éxito de la poesía. El texto no la ha mejorado, porque no hay un poema cabal que sea mejor que otro, del mismo modo que no existe un poeta genuino que sea mejor que otro. Simplemente, hay poemas y poetas que son diferentes entre sí, pero se igualan en cuanto a pertenecer a una misma categoría. La legitimación real –no la promovida, no la publicitada, no la pretendida - de un texto y de un autor, obedece a esta característica de ser diferente y similar en relación al género. Entonces, un buen poema lo que hace con la poesía no es transformarla, sino extenderla, hacerla perdurar en obras nuevas. Hoy no escribimos mejor que Homero o José Hernández, escribimos de modo diferente, porque nuestra época y el hombre que la habita son distintos a los de su tiempo. ¿Es Charles Bukowski un poeta? Sí, lo es en buena parte de su obra. ¿Lo es Neruda? Sí, lo es, tanto como Denise Levertov o Liliana Lukin o Fernando Bellino lo son.
La falta de rango es otra característica de la poesía, por la diferencia / igualdad que mencionamos antes. Lo que sí puede suceder es que al abrir auténticos libros de poesía, nos encontremos con autores que se hallen en distintos estadios de maduración de su voz poética. Lo que sí sucede siempre al leer genuinos libros de poesía, es que ese Dasein del poema está allí presente, ese tan fácilmente reconocible ser en sí mismo.
Algo más difícil de encontrar es una colección compuesta por una decena de libros donde, en todos y en cada uno, esté la poesía presente con esa intensidad que buscamos los lectores, aunque como dije antes, en diferentes grados de maduración.
Es muy difícil encontrar una colección así, donde el género tiene tan marcada residencia, y es por ello que me sorprendí tanto al abordar Música del Lugar. Confieso que, con esa involuntaria malignidad que es otro vicio de los que leemos poesía, me puse primeramente a buscar pifias, errores, caídas del tono y el abordaje de los núcleos de sentido, todos elementos muy comunes en lo que escribimos. Aquí aparece un tema de proporciones, porque esos defectos son muy pocos en el conjunto de esta decena de libros. Estoy hablando de 10 libros de poesía, que suman algo así como 620 páginas, más o menos el tamaño de La Guerra y la Paz, de León Tostoi, que sí tiene sus buenas caídas de interés, siendo como es una obra extraordinaria.
Lo que hacemos los lectores de poesía es leer varias veces un mismo libro, porque la poesía es el género de relectura por antonomasia. Así que tras esa primera lectura malvada, vino la segunda, la tercera y la cuarta y he parado allí, para venir aquí a conversarlo con ustedes. Después voy a seguir con mis lecturas de Música del Lugar.
Aunque de algunas obras ya me ocupé en reseñas publicadas en algunas revistas del exterior, gracias a la generosidad de los editores -que me permitieron acceder al conjunto de la colección- en primer término les digo que leí y releí los libros de Música del Lugar por orden de aparición temporal, desde LA VIDA QUE SE CONOCE, de Ceferino Lisboa, primer título de la colección, editado en noviembre de 2009, hasta el más reciente, EL ANIMAL NO DOMESTICADO, de la poeta Laura García del Castaño; eso te permite ver qué cambios hubo en la selección de autores y títulos, dónde torció la línea o la profundizó el fondo editorial. Otra salvedad que tengo que hacer respecto de mi lectura lineal es que CORTAR POR LO SANO, de Liliana Lukin, es un texto que ya conocía, pues se trata de un poemario reeditado por el sello Pan Comido cuya primera edición se realizó en 1987, dos años después de que recibiera el primer premio nacional de Ediciones Culturales Argentinas. Son poemas escritos en 1983.
Mi segunda lectura entonces fue de la colección como un sistema integrado, un conjunto, casi como si fuera un solo y muy largo poema, y allí surgió mi segunda sorpresa. Funciona la colección, efectivamente, como un sistema de representación de valores simbólicos, un conjunto donde sus partes se interrelacionan casi perfectamente, ensamblándose y ampliando sus alcances de sentido entre sí. El libro de Lukin, el que yo ya conocía, en ese sentido, encaja perfectamente en la secuencia, algo que resulta muy llamativo y nos habla de un criterio bien fundado, como mínimo muy sorprendente por la coherencia desplegada al armar la serie. Demasiado presente como para no haber sido intencional, nos hace sospechar y luego confirmar que hay un criterio muy válido y probado en la selección de los textos y autores que conforman Música del Lugar. Consciente o inconsciente, la línea editorial funciona así, funcionó así. Tendría que definirla en pocas palabras, ahora. Debería yo decir que sus características principales son las de una poesía de fuerte sinceridad, algo raro de encontrar. El lector le cree a cada uno de los autores, siente que aquello que dicen es algo que han soñado, han imaginado o han vivido, pero que en cualquiera de estas posibilidades hay honradez poética, que ninguno de ellos se propuso “escribir un poema tal o cual, que toque tales o cuales núcleos de sentido, eligiendo para hacerlo este o aquel otro estilo porque así quedará mejor o me parece a mí, que soy el autor o la autora”. No, nada de eso que muchas veces adivinamos como presente detrás de tantos intentos de poetizar que pululan impresos por ahí: antes bien, la sinceridad poética de los autores, de los 10 autores que integran la colección Música del Lugar, los llevó a plasmar en sus sendos poemarios ideas claras sobre los sentidos que abordaron, sabiendo que la poesía no es representación de lo real, ni siquiera su recreación con mayor o menor habilidad técnica para hacerlo, sino la interrelación entre lo subjetivo y lo objetivo; esto es, hablar tendiendo a ir, paradójicamente, más allá de los límites del lenguaje, forzando el instrumental hasta la frontera donde el poema, si es tal, alcanza a hacernos vislumbrar –siquiera por un instante- eso indecible, vuelvo a la paradoja, que está dicho en los versos de autores como los que conforman Música del Lugar. Esto no es una alabanza sino un reconocimiento.
La tercera y la cuarta lectura, una vez que me repuse de las sorpresas anteriores, sí atendieron a las capacidades técnicas desplegadas por cada uno de los autores, y les digo que, si se hubiese tratado de un concurso para definir entre diez propuestas una ganadora, yo hubiese no querido estar en el jurado. Cada uno de los poetas presenta ya un lenguaje propio, es dueño de una voz, maneja su propio universo, habla en su lengua y lo hace claramente. Desde luego, el grado de madurez técnica es diferente en cada uno, pero eso es el futuro, es pulimiento y trabajo, partiendo ya de una base de absoluta consistencia. La elección de tal o cual recurso, lo que implica obviamente el descarte de otros, está muy bien lograda en la mayoría de los casos puntuales. Cuando el poeta o la poeta se encontró con una dificultad, supo sortearla con maestría y las dificultades, en poesía, se miden directamente por el número de versos.
Yo no debo abundar mucho más, por motivos temporales, en el relato de mi lectura de Música del Lugar, por lo que voy a usar el resultado de mis cuatro lecturas de la colección para intentar resumir -en cada caso- un atisbo de lo que el probable lector va a encontrar en estos poemarios. Solamente recomiendo hacerse de toda la colección para tener el panorama completo de lo que estuve intentando aludir.
Fotografía: Sebastián Casartelli Re
LA VIDA QUE SE CONOCE, de Ceferino Lisboa: una obra que se distingue por la fuerza expresiva y el vaivén entre lo cotidiano y lo universal. Alusiones y elusiones le permiten a Lisboa pasar por las referencias sociales, lo sensible y lo amoroso, con un estilo signado en múltiples ocasiones por la ironía más fina, siempre al servicio del mejor decir sobre la situación del hombre contemporáneo.
CRÍAS NUEVAS, de Fernando Bellino: La capacidad de síntesis es una característica fundamental de la obra de Bellino, que se aprecia apenas recorridas unas páginas. La fuerza de su decir no estriba en una “poética de relato” (donde el supuesto tema del poema ocupa el primer plano), sino más bien en su cualidad de desarrollar núcleos de sentido con un lenguaje aparentemente sencillo, pero que se revela luego como una compleja estructura que le permite a su autor indagar en zonas de la realidad con una soltura sorprendente.
LA SELVA OSCURA, de Leticia Ressia: La escritura como pulsión irrefrenable se manifiesta en esta autora, con versos de una potencia sutil. Ressia construye un espejo lingüístico donde la vida se mira a la cara y parece hacerlo por primera vez, al tiempo que razona, a través de la autora, sobre las partes que la componen. Ressia sabe conjugar la introspección y la proyección de sus universos personales de un modo magistral.
HABLAR LO SUFICIENTE TRABAJAR LO NECESARIO, de Juan Stahli: este muy interesante autor conoce cómo manejar uno de los caminos más difíciles que puede abordar el discurso poético, el de matices sociales, construyendo una obra de relevancia también metafísica. La poesía de Stahli vive en dos mundos o mejor todavía, nos muestra que la circunstancia social del hombre actual es también el hombre mismo, inseparable de su condición en el mundo.
ANATOMÍA, de Fabricio Devalis: trabajos de fuerte impacto emocional en la sensibilidad del lector, que fácilmente se puede identificar con la voz del autor. Ello se debe a la capacidad de Devalis para referirse con un lenguaje directo -aunque bien provisto de recursos literarios empleados en su justa medida- a circunstancias, hechos y sentimientos que invariablemente pueden ser compartidos. El cuerpo como escritura de las emociones es la instancia elegida por el poeta en este volumen.
SIOUX, de Marcelo Dughetti: Figura muy destacada y siempre sorprendente de la poesía nacional, Dughetti hace en esta nueva entrega una ampliación de un conocido recurso suyo, que podríamos denominar “poesía de la crueldad”, de una dureza que en “Sioux” además apela a transfiguraciones del autor que utilizan muy bien el imaginario que tenemos de los nativos americanos para darle una vuelta de tuerca pasmosa a todo el asunto. Sencillamente Dughetti es un escritor terrible.
CORTAR POR LO SANO, de Liliana Lukin: Uno de los primeros nombres de la poesía argentina de mi generación, la del ’80, Lukin ratifica con estos textos que la genuina poesía no depende de épocas, tendencias ni modas. ¿Un clásico de la poesía argentina? En mi opinión, definitivamente sí. Estos versos de una erótica dolorosa, donde la condición humana duda del mundo y de sí misma –paradójicamente- para mejor confirmarse.
LA IMPROPIEDAD, de Alejandro Schmidt: Una impronta característica de Schmidt, pese a lo extensa de su producción, es que cada nuevo libro posee una notoria originalidad, brindando nuevos aportes en un estilo fácilmente reconocible: el maestro cordobés posee una voz propia que ya es de referencia obligada dentro del género nacional. La de Schmidt es una poética de la insatisfacción, que lo lleva a ahondar y buscar siempre una superación de lo anterior, como si nunca bastara con los territorios de lo indecible que ya ha ganado para el género.
LA NOTICIA ES EL DILUVIO, de Alexis Comamala: Una ajustada referencia a íconos culturales pregnantes le permite al autor instalar sus textos en un contrapunto con la tradición del género, ya a partir de la misma cita que abre el volumen, tomada del manuscrito acadio Atrahasis -Ziusudra para los sumerios- referencia que se continúa con el Gilgamesh, y el Walden o La Vida en los Bosques, el famoso ensayo del filósofo, escritor y poeta estadounidense Henry David Thoreau, y el Arca del diluvio, entre otras imágenes y conceptos; pero estos elementos operan en función de que el autor desarrolle cada vez con mayor potencia y adoptando un tono por momentos apocalíptico, una precisa ubicación poética del hombre contemporáneo. El empleo eficaz del voseo y de las referencias a lo cotidiano bajan a tierra el conjunto, dotándolo todavía de una mayor eficiencia en su conjunto.
EL ANIMAL NO DOMESTICADO, de Laura García del Castaño: una secuencia de poemas que explora el discurso de lo real en sus facetas aparentemente menos significativas, donde la pericia de la autora encuentra justamente los mayores núcleos de sentido. Más que interesante, en la primera parte del volumen, el ejercicio mimético tomando fragmentos de comentarios supuestamente "casuales", como los que se podrían escuchar al atravesar una multitud. La autora construye así una polisemia de asombrosa unidad con los 62 versos del poema que abre el libro. La autora posteriormente trabaja mayoritariamente con afirmaciones que amplían sus fronteras o son modificadas gracias al verso siguiente, en un juego muy bien encadenado.
En resumen, una pregunta: ¿Podría funcionar un estante de nuestra biblioteca, ocupado por la colección Música del Lugar, como una síntesis de la mejor poesía argentina actual?
Proviene de Córdoba, hoy y ahora, la capital de la poesía nacional.
Texto leido en la presentación de la colección Música del Lugar, del sello Pan Comido Ediciones, Córdoba. Museo del Libro y de la Lengua, Av. Las Heras 2555, Auditorio David Viñas, 13 de junio de 2014.
Fotografía: Sebastián Casartelli Re
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(*) El poeta, narrador, ensayista y dramaturgo Luis Benítez nació en Buenos Aires el 10 de noviembre de 1956. Es miembro de la Academia Iberoamericana de Poesía, Capítulo de New York, (EE.UU.) con sede en la Columbia University, de la World Poetry Society (EE.UU.); de World Poets (Grecia) y del Advisory Board de Poetry Press (La India). Ha recibido el título de Compagnon de la Poèsie de la Association La Porte des Poètes, con sede en la Université de La Sorbonne, París, Francia. Miembro de la Asociación de Poetas Argentinos (APOA) y de Sociedad de Escritoras y Escritores de la República Argentina (SEA). Ha recibido numerosos premios nacionales e internacionales por su obra literaria, entre ellos el Primer Premio Internacional de Poesía La Porte des Poètes (París, 1991); la Mención de Honor del Concurso Municipal de Literatura (Poesía, Buenos Aires, 1991); el Segundo Premio Bienal de la Poesía Argentina (Buenos Aires, 1992); el Primer Premio Joven Literatura (Poesía) de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat (Buenos Aires, 1996); el Primer Premio del Concurso Internacional de Ficción (Montevideo, 1996); el Primo Premio Tuscolorum Di Poesia (Sicilia, Italia, 1996); el Tercer Premio Eduardo Mallea de Narrativa (Buenos Aires, período 1995-1997); el Primer Premio de Novela Letras de Oro (Buenos Aires, 2003); el Accesit 10éme. Concours International de Poésie (París, 2003) y el Primer Premio Internacional para Obra Publicada “Macedonio Palomino” (México, 2008). Sus 36 libros de poesía, ensayo, narrativa y teatro han sido publicados en Argentina, Chile, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia, México, Rumania, Suecia, Venezuela y Uruguay. Es colaborador permanente de las publicaciones literarias: Temporales (editada por el Master of Fine Arts de Escritura Creativa en Español de la Universidad de Nueva York); Sinalefa (New York, EE.UU.); And Then (New York, EE.UU.); Nagari (Miami, EE.UU.); Recours au Poème (Francia); Resonnances (Francia); Red y Acción (Colombia); Sur y Sur (Chile); La Biblioteca Imaginaria (España); Actas Literarias (Argentina); Realidades y Ficciones (Argentina) y de la revista Humbral (Uruguay).
(1) Sein und Zeit (Ser y Tiempo), 1ra. ed., Max Niemeyer Verlag; Halle, Alemania, 1927.
José Luis Benitez